miércoles, mayo 30, 2007

Milagro en Pampaluna


El milagro no es el resultado de las elecciones en Navarra, desde luego. Todos nos hemos quedado confusos, sin que importe mucho el rumbo de nuestras debilidades políticas. El portento es un milagro cotidiano en forma de taxi: ¡un taxi en Pampaluna! Llovía y la ciudad verde se desperezaba al son de las gotas traslúcidas, que resbalaban sobre mi pelo. Y Dios se apiadó de mí, y me mandó un ángel en forma de taxi. El taxista no tenía cara de ángel, y en cuanto hube cerrado la puerta comenzó a hablarme de la idiosincracia navarra:
"Le voy a describir este pueblo en una sola frase: aquí, si dices que vas a educar a tus hijos en euskera, te llaman violento. Y si los educas en castellano, te llaman facha."
Era lunes. Yo iba a responder "pues a mí me gusta", pero habíamos llegado al campus, y tras mirar los arces cubiertos de rocío, articulé tres palabras: "¿cuánto le debo?"

lunes, mayo 28, 2007

La vie en noir

Me gustan las películas de Fred Astaire, no puedo evitarlo. Sobre todo si llueve, y estoy en Vitoria con mis abuelos, y hemos ido a votar, a comer y a pasear. Y ahora llueve y tras la ventana se ven los árboles mojados. Fred Astaire baila claqué con clavos en la suela de sus zapatos, la tele nos inunda con sus llamas en blanco y negro. La música un poco distorsionada hace que el salón parezca un café de posguerra, con gramola, con olor a tabaco de hombre...
No me gusta, en cambio, el kas de naranja ni las prisas, ni las ventanillas desabridas de la estación, ni el imsomnio y los sudores fríos de esta noche electoral. Mi madre me da una valeriana para dormir y me dice: "en el fondo, eres tan politiquera como tu abuela María". Y yo pienso en los árboles de Vitoria y me digo que, después de la calma, llega la tormenta.

jueves, mayo 24, 2007

Una tarde en la ciudad

Mis pasos me llevaron como en sueños a mi calle: a mi calle antigua, llena de escondites, de pueblo y de ciudad; anchas aceras y laberintos. Fui recorriendo la papelería, la carnicería, la tienda de regalos y, sobre todo, los sitios en que detenía las horas de viernes y domingos. El Obrador y sus lazos de encaje dulce, el Chelsy con sus bocadillos surrealistas y el Jumping Jester, ese irlandés donde bebí una jarra de cerveza negra. Mi calle me lleva de la mano a la calle de mis primos, y detrás la Ciudadela con los sauces, el puente renacentista y mi prima Carmen que me espera como un duende, escondida detrás de un árbol.

martes, mayo 22, 2007

Makimarujeo

El makimarujeo me parece el más inofensivo de todos los marujeos, y el más agradable. Yo es que detesto la crítica: no es que odie que me critiquen a mí, que también, sino que me pone a mil que rajen a cualquiera. Lo odio.
El marujeo se compone de una mezcla de crítica/exaltación/adulación que a veces hace gracia pero siempre acaba hartando. A mí en concreto me harta toda esa épica en torno al tema de cuernos y divorcios, como si fueran gestas heroicas. Pero hay el otro cotilleo, que consiste en preguntar al personal por sus pinturillas de guerra... Ése me encanta. In Style tiene una sección llamada "Manual de belleza" en la que van pasando una por una todas nuestras glorias nacionales, Marta Etura, Natalia Verbeke, Alicia Borrachero... Te hablan de hijos, embarazo, estrías, aceite de rosa mosqueta y cremas exfoliantes. Y luego el fotógrafo fotografía el contenido de su neceser y lo muestra en primera plana, "lo que esconde el bolso de..."
Resulta un buen ejercicio ver cómo van cambiando los objetos de nuestro deseo. Antes nos volvía locas Bobbi Brown, y aunque siga pegando fuerte (junto a Mac...) ahora le toca el turno a las firmas japonesas: Shiseido, Kanebo, Kenzoki... Me encanta cuando alguna confiesa que usa la lata azul de Nivea. Y la doctora Cruz Gándara comparte cin su bebé unas gotas de Nenuco antes de irse a dormir. El Chanel número cinco lo deja para la red carpet: un hurra por ella...

lunes, mayo 21, 2007

Ya estoy aquí

Ya estoy aquí, en Pampaluna... Pamplona sigue siendo la ciudad en la que mis padres se conocieron y enamoraron. Y la lluvia sobre los árboles, y los árboles que son casas. Debajo de un abeto apaisado viviría yo: los hilos de agua tan sólo me tocarían. Releo Pampaluna y pienso que no he hecho honor a la ciudad: en cada página debería haber hablado de cada rincón mágico. La risa de las chicas, las corbatas de los chicos, todo de cristal. Los hombres van vestidos con ojos oscuros e implacables que se te clavan con su inmisericorde amabilidad. La calle donde viví aún guarda un gato. Estoy aquí, en medio de pasillos blancos y ascensores, y cinco plantas de libros... Rehén al abordaje.

martes, mayo 15, 2007

Árdua luna de miel

El lunes de Feria me senté ante el ordenador para comenzar el estudio introductorio de mi comedia. Tenía miedo. El camino hasta entonces había sido duro y trabajoso pero no difícil, porque era camino. El papel impreso con letras del siglo XVII me llevaba de la mano: cotejar diez ediciones es como remontar un río. Pero ahora estaba sola con mi PC y mi imaginación, y la musa podía tardar... El mismo miedo trabajaba por mí inventando excusas, y más si las excusas eran realidades, mis clases en el centro norteamericano. Y había que prepararlas, sí...
De repente se hizo la luz. Había un guión, que tuve que rehacer porque me lo robaron, y había ideas sueltas... Un puzzle, un laberinto, una historia por contar. Aunque tuviera notas al pie de página y se llamara tesis, era mía.
La primera vez que vi a Calderón fue a través de los ojos de Denis Rafter, un director hispano-irlandés de barba blanca, sabio, mitad Sean Connery mitad John Wayne. Y yo me enamoré... de Calderón. Denis decía que en el Siglo de Oro la gente era gente de carne y hueso, que cortejaban, soñaban, reñían como hoy. Bueno, era un comienzo. Por eso uno de los epígrafes de mi trabajo se llama: Personajes femeninos. Amor, audacia y disimulo en Clariana y Auristela.
Hoy tengo cincuenta páginas, entre introducción, argumento, estudio métrico y personajes. Lo de los personajes es lo que más promete, y lo que más puede despeñarme por la vía de la literatura. Para presentar a los dos protagonistas masculinos, me he lanzado con este párrafo:

Arsidas y Lisidante: dos príncipes, dos enamorados, dos espadachines con antifaz e identidad dudosas. Más tarde serán dos caballeros que se unen en momentos trágicos y entablan una sorprendente amistad.

Y de aquí a Otoño... donde Calderón me lleve.

jueves, mayo 10, 2007

Maratón de cine y tesis

Ha comenzado el calor en Sevilla: mi calle huele a hierba seca y mi piel se vuelve roja rojísima al contacto con el sol. Tengo que cuidarla con fotoprotector solar y con una mezcla de aloe vera, aceite de jojoba y aceite de geranio (treinta y tres gotas) que me preparan en la Jaboteca, calle Cuna. Es como un bálsamo para la cara, y no me cuesta más de quince euros.
Por la noche ha comenzado el cine. Por la noche y al medio día, ahí radica la diferencia, porque sube el estrés de la tesis y hay que cortar de algún modo. El estrés que no es estrés (¿qué será lo que es tres?, pregunta Obélix), porque yo voy siempre por libre. El truco es vivir en plan dolce far niente aunque trabajes nueve horas al día. Y parar cada tres horitas para cometer alguna frivolidad, como comprar arroz salvaje con verduras en el Corte Inglés, y de paso te acercas al stan del maquillaje y te pruebas la base en mousse de Rimmel, que es muy fresquita para el verano. Subes en el ascensor saludando a una vecina y te lanzas a los octosílabos de la primera jornada con los ojos cerrados.
En el siguiente descanso escuchas la canción Bitch, cantada por Meredith Brooks, y piensas que deberías insertar una cita de aquel librito que leíste de Charles Aubrun... En el medio, cine. Little miss Sunshine, El príncipe de las mareas, Por qué las mujeres siempre queremos más... (peli francesa de Cecilie Taberman que recomiendo.) En qué piensan las mujeres, con Helen Hunt. El amor tiene dos caras, de Barbra Stresand... Cine y PC, y cansancio en cantidades industriales. That´s life!

domingo, mayo 06, 2007

Aquellas pequeñas cosas

Estoy de luna de miel con Calderón de la Barca. Aquel retrato severo, como de siglo diecisiete, lo tiré a la papelera y ahora me lo imagino con treinta años, caminando por la corte en el comienzo de su auge y privanza, en pleno rapto poético y a punto de vivir unos amores de novela de intriga, que le dejarán un hijo bastardo y una tardía vocación sacerdotal... Ya dijo Denis Rafter que con Calderón, arañas el texto y te salen personajes reales.
Pensaba yo en todo eso ayer tarde, tras salir de H&M con mi madre, llevábamos una bolsa con vestido babydoll rojo y unos zapatos rojos altísimos ¡para mí! El rojo ha entrado en mi vida como una llamarada, y ahora Calderón se ríe de esa niña que abobinaba de los tacones y del color más alegre de la primavera.
Mi verdadero idilio con el rojo ha venido, cómo no, de la mano del maquillaje. Ya estaba yo tardando en esto de comprar una barra de labios roja como manda la esquiva y fugaz moda, con un matiz frío como dicen los expertos que le sienta bien a mi piel blanca. Hace unos días me hice con un rouge intenso, tirando a fresa, que es una preciosidad. Mi madre no opina lo mismo, pero cuando lo llevo puesto con una camisa roja que me compró ella, de corte imperio y mangas farol, me siento poderosa. No puedo dejar de sonreír, subida a mis altos tacones y pensando en un nuevo capítulo de mi historia secreta con Calderón.

viernes, mayo 04, 2007

Pirata




Pirata de la belleza ajena, voy robando fotos por los blogs vecinos y los voy guardando en mi ordenador, imágenes brillantes que nunca fueron mías. Hoy me siento compungida y generosa y he decidido mostrar aquí mi colección particular de hurtos, regalos y dádivas, procedentes de Anacó, Carlos y muchos otros...
La cascada, una auténtica catarata de alegría surcada por el canto de los coquíes, me la dio mi amiga puertorriqueña Diana, y pertenece al Yunque. El campus nevado, cortesía de Anacó, me trae mis días de Pampaluna, cuando neveba en marzo y los copos caían sobre mi frente blanca.

miércoles, mayo 02, 2007

Alto nivel teorético

Es sabido que en Misa se resuelven las grandes cuestiones que nos atormentan: de dónde venimos, adónde vamos esta noche, qué vestido llevaré a la próxima boda y, sobre todo, ¿no tendría que comprarme un tubo de maquillaje más oscuro para el verano? A veces, incluso, la mente reposa y se detiene en la Misa misma, entonces todo encaja y no hay que buscar otro milagro.
Cayó la Inquisición, cayó el sacro poder del terror teocrático, cayeron mis prejuicios de niña burguesa y yo sigo aquí, esperandote. ¿Por qué? Y viene Carmen Martín Gaite en mi ayuda y susurra cerca de mí: el misterio intriga, el misterio enamora. Siglos y siglos intentando entenderlo todo, y ahora resulta que lo mejor de la Religión se esconde precisamente en lo que no entendemos, ay, la cara oculta. La penumbra del Sagrario desprende más luz que un día sin nubes, me dije, y entonces el cura dijo, con mucha parsimonia, podéis ir en paz.