domingo, junio 17, 2007

Fin de semana

El mar estaba gris y llovía en el agua... El viento me empujó a casa y a los libros, a ese apartamento de gran ventanal desde el que veía el mar plomizo y enfadado. Enfermo. Los libros eran dos: la historia del teatro del siglo diecisiete y la antología de Julio Mariscal, comprada al vuelo. La abro y es como abrir una puerta, y detrás mi infancia con sus tardes de brasero y lluvia. El cine exín. Mi muñeca Maite en un carricoche y la portera de mis abuelos diciéndome huy, pensaba que era un bebé de verdad. Y era un bebé de verdad. Y pasan las hojas y el libro nunca se acaba, los poemarios no se terminan nunca: empiezan. Empieza la historia de amor, la historia de exilio... "Rocío, estás como en otra parte". Exacto, estoy doblada en una página. Siempre vuelvo allí. Siempre estoy allí.

10 comentarios:

El payaso triste dijo...

Bueno, no te quejarás... Viva er Beti, que se ha salvado en la tierra que me acoge: Santander...
Ahora, yo, a sufrir con mi Barça...

Nodisparenalpianista dijo...

Qué bonito estar en una página doblada.
Desdóblate y sigue leyéndonosla.

Anónimo dijo...

Ay qué buena noticia me das. Ay, cuánto se sufre por esto del fútbol...

Jesús Beades dijo...

Gran Ro, precisisisísimamente te iba a decir que había visto la antología en el Beta del al lado de tu casa (por Luis Montoto), ya que tienes tantas ganas de Mariscal. Y ¡tachán!! Telepatía. (O Tele-apatía, que nos empuja hacia los libros)

Corina Dávalos dijo...

"los poemarios no se terminan nunca: empiezan." ¡Me encanta!

Anónimo dijo...

Hay páginas que nunca queremos abandonar, por eso las doblamos: para volver, para no salir nunca.

Anónimo dijo...

Me encanta el mar así, plomizo, enfadado y enfermo, sorprendido en su debilidad. No con su imagen de postal perfecta. Debe ser porque me he criado junto a él y estoy acostumbrada a pillarlo in fraganti.

Anónimo dijo...

Rocío, qué maravilla. Somos unos cuantos los que nos quedamos doblados en esta página tuya. Me encanta todo lo que dices en tan pocas líneas, tan concreto y a la vez tan sugerente. Esas frases: "Y era un bebé de berdad" o "El cine exín". Un tesorito.

Anónimo dijo...

Gracias!

Anónimo dijo...

Dios mío, he escrito berdad con be: ¡una mentira ortográfica! Perdón, perdón, perdón...