martes, junio 29, 2010

Una chica normal

Blanca y Daniela eran amigas. Muy amigas. Su historia era como la de Romeo y Julieta, pero en versión niñas de ocho años luchando contra viento y marea por su amistad. Blanca era hija de un catedrático, que no era poco. Pero es que Daniela era hija de todo un conde. Y claro, detrás del conde había una condesa, clamando furiosa contra las malas compañías. Una plebeya no era el ideal de amiga que había soñado para su pequeña. Los padres de Blanca pertenecían a la clase media, y eran firmes partidarios de la clase media. No querían sueños de cenicienta antigua para su hija.

Las profesoras del colegio, atendiendo el deseo de ambas familias, intentaron apartar a Daniela de Blanca. Y eso hizo que ambas se buscasen con mayor empeño. Tenían la misma imaginación ardorosa: les gustaba jugar con las palabras, construir un mundo de ciencia ficción. Habían creado lo que pomposamente llamaban "una sociedad secreta", y la habían bautizado con dos letras, I.F. Las siglas de Imagen de Fátima. No es que fueran muy devotas, eran más bien dos fantásticas, y se reunían debajo de un precioso olivo que, en palabras de Daniela, "era muy apropiado para que la Virgen se apareciese encima". Allí hablaban de príncipes azules, inventaban alfabetos en clave y coleccionaban piedras. Piedras raras como el oro, como raras eran ellas mismas.

Pasó el tiempo y llegaron a cumplir los doce años. Es una edad peligrosa: las chicas miran hacia atrás y se avergüenzan de haber disfrutado tanto jugando juntas. Lo que desean ahora es robar la laca de uñas a sus madres, cardarse el pelo y admirar la esbelta figura de Patrick Swayze mientras tararean Be my baby. Daniela tiene la posibilidad de viajar a París junto a Laura, la chica más mona y rica de la clase. Le promete a Blanca que cuando regresen... Ya no recuerda qué sucederá cuando regresen. Ya no importa. Ha transcurrido un curso entero y ahora tienen trece años. Velozmente se acerca el mundo de las puestas de largo, y Laura y Daniela se entretienen hablando de tierras y viejos títulos. Nobleza obliga.

Blanca tiene más de treinta años y está cenando en un bar algo pijo con su madre y unos amigos, a la luz de las velas. Én la mesa de al lado hay un hombre perfecto, vestido con una corbata y una sonrisa. Derrocha elegancia. Tiene toda la pinta de tener dinero, de venir de una buena familia y de seguir siendo aún así un tipo normal. Blanca no puede ver a la mujer que lo acompaña, sólo intuye que es andaluza y cosmopolita. Gírate con cuidado, susurra su madre. Y se encuentra frente a frente con ella.

Guapísima, llena de distinción. Su pelo es un rayo negro lleno de fiereza, y ella recuerda cómo bullía desordenado. Ahora brilla. Y sobre todo, brilla en Daniela la ilusión del primer momento, esa que no miente nunca. Y hablan, recuerdan, se ríen. Él interviene de vez en cuando. Mi marido, Javier. Yo no tengo marido. Ya vendrá. Boda y mortaja, del cielo baja...

Dicen muchas otras cosas. Todo a cámara lenta. Blanca entiende de pronto por qué en el cine se oscurecen e iluminan de pronto algunos fotogramas, por qué se ralentiza el tempo. No escucha, no respira, sólo contempla. Y lo que está contemplando es el más asombroso de los espectáculos: una chica salvajemente normal.

domingo, junio 20, 2010

La última cima


Estoy conmovida. Conmocionada. Emocionada. Me pregunto si una película puede despertarme, despertarnos. Si eso es posible, la película es esta.

Era sábado por la noche en Los Arcos. Compré, para mis primos, un cucurucho de cartón lleno de palomitas de maíz, con ese punto de sal picante y crujiente que engatusa a algunos y espanta a otros. Compré una centelleante botella de agua mineral para mí. Nos sentamos en la fila siete. Cerré los ojos. Abrí los oídos. No hubo trailers. La música in crescendo, los primeros planos, los poros de la piel tan a la vista, los ojos líquidos y alegres de los entrevistados.
Me habían dicho que iba a ver un documental. Pero lo que vi tiene guión de película de misterio, de amor. De terror del bueno. Tenéis que ir.

viernes, junio 04, 2010

Sorteo + 30.000 visitas

Ya tengo más de treinta mil visitas en el contador. Eso, desde noviembre, mes en el que di con la tecla exacta, dando un pequeño paso desde mi incompetencia informática. Treinta mil doscientas visitas en este justo minuto. Gracias a todos vosotros. Quería agradeceros vuestra constancia, vuestra fidelidad lectora, vuestros comentarios. Vuestros ánimos, por vuestras críticas, a las duras y a las maduras.

En la esfera beauty es corriente realizar un sorteo entre lectores cuando se alcanza una cima relativamente redonda, como esta. Yo no voy a sortear barras de labias entre vosotros, pero un lote de libros recomendados desde este cuarto de estar con chimenea... eso sí que pega, ¿verdad?

Las normas de los sorteos suelen estar ya establecidad, e incluyen:
- Hacerme un comentario en este post, con vuestro nombre real o al menos con el pseudónimo que habéis estado utilizando durante todo este tiempo. En el comentario podéis contarme cuál es vuestro libro favorito y por qué.
- Seguir este blog.y enlazarlo si tenéis vuestra propia página.

Y el premio... consiste en tres libros deslumbrantes y en un "regalo de la casa".
- Sociedad limitada, de Miguel d´Ors.
- El hacha y la rosa, de Luis Alberto de Cuenca.
- El último número de la revista Renacimiento, que lamentablemente se clausura.
- Las siete barbies solteras, de Paco Umbral (Nooo, es bromita.)

El ganador será elegido mediante el tradicional método de "la Mano Inocente": mi sobrino Manu escogerá al azar un papel bien doblado, introducido en un saco junto al resto de nombres participantes.

Este sorteo tiene, como todo sorteo que se precie, un patrocinador: la editorial Renacimiento y, concretando un poco más, Marie Christine del Castillo.

¡Suerte!