sábado, noviembre 27, 2010

También la lluvia

LLueve. Redoble de tambores en mi ventana. Ha sido una semana llena de emociones y aventuras: comenzó con una fiesta de Navidad de lo más glamourosa en Sephora, siguió con una increíble sesión de cine dirigida por Alberto Fijo y acabó en un memorable recital de Cabanillas y García-Máiquez, mano a mano, el uno deslumbrando con poemas inéditos y el otro presentando su portentoso nuevo libro. Pronto, fotos y crónicas en este cuatro de estar con chimenea.

LLueve. El jueves también llovía. LLovían llamas desde el panorámico home cinema del Aula Magna en Filología. Alberto Fijo, crítico de cine y director de FilaSiete, nos bombardeaba un año más con la belleza en bruto. Habló de la versión de Emma para la BBC, que ya está disponible (dada mi pasión por Emma sobra decir que ¡la quieroooo!), y de por lo menos treinta películas que merecen la pena porque nos dejaron o nos dejarán el alma en vilo. Muchas de ellas las había visto ya: An education, Once, Lars y una chica de verdad, 500 días juntos. Las mejores películas que desfilaron el año pasado por la cartelera. De dioses y hombres: triunfó en el festival europeo de Sevilla y yo estuve allí, dando gracias por el maravilloso don de ver lo que veía. El patio entero de butacas se vino abajo en un aplauso unánime.

Yo iba apuntando algunas joyas que vendrán en enero, y que Alberto Fijo ya ha visto. Mi forma de apuntar, totalmente antediluviana, consiste en enviarme mensajitos de móvil a mí misma. Icíar Bollaín: También la lluvia. Tenéis que verla, silabeaba Alberto en medio de su propio esplendor, en el escenario. Y, obediente, me envié el mensaje... a mí y a cuatro o cinco personas más por error.
Media hora después vuelvo a mirar mi teléfono. Aluvión de respuestas: Rocío, ¿estás bien...?
No, no estoy bien. He perdido pie, un año más.

domingo, noviembre 21, 2010

Recitaaaaal

¿Os gusta Les Luthiers?
El viernes 26, a las siete y media, los geniales poetas Enrique García-Máiquez y José Julio Cabanillas recitarán en la Facultad de Filología de Sevilla.

Lugar: Aula Luis Cernuda (junto a la Conserjería.)
Hora: 19,30.
Día: Viernes, 26 de Noviembre.
Organiza: Rocío Arana.
Colabora: Decanato de Filología.

¡Os esperamos!

jueves, noviembre 18, 2010

Los cuatro estados del alma: el Buen Rollo

Pero... ¿no eran tres?
A mí no me gusta la expresión buen rollo. La combinación del adjetivo buen unido al sustantivo rollo no me suele agradar, me parece una frase hecha... de vacíos. Pero es un hecho que hay estados del alma que sólo podemos denominar así: El Buen Rollo.

Esos momentos de hermandad total, de conocimiento y flechazo ético o estético... ¿qué son sino una enorme burbuja de Buen Rollo? Ocurre cuando alguien te llega por vía de un amigo común: si el amigo que compartes con ese desconocido es una persona muy querida y admirada por ti..., entonces el Buen Rollo te invade y te rindes sin condiciones ante el nuevo ser que se te presenta.
A mí me ocurre mucho. Más aún: cuando me escribe o saluda alguien que es amigo de otro alguien que es "La-leche-en-bote-y-el-pijama-a-cuadros", sólo por ser amigo de quien es ya le he vestido en mi imaginación con todos los dones y virtudes que posee nuestro estimado eslabón común. Se ha dicho y repetido aquello de "somos lo que comemos", también "somos lo que leemos"... Yo digo que somos, sobre todo, los amigos que elegimos.

El Buen Rollo también te sacude cuando, en una situación que debería ser de alto riesgo, una intuición genial te susurra poderosamente que en realidad no hay peligro alguno. Sucede por ejemplo cuando en una discoteca conoces a un chico y, tras media hora de conversación, sabes con certeza absoluta que seréis como hermanos, que no puedes tentarle ni puede tentarte él a ti... Y bailas, sonríes, te sonrojas, piropeas y hasta pones tu cabeza en su hombro con total impunidad, sin que ninguno de estos actos sean (ni sean vistos como) peldaños previos hacia ninguna parte.

El Buen Rollo no decepciona nunca. No suele fallar. No hay nada erróneo en él... salvo su propio nombre.

sábado, noviembre 13, 2010

Teletransportadores supersónicos

El chocolate tiene ritmo lento: el tempo de los dedos manchados sobre el traje, de abetos navideños y tardes en Madrid. Escalones con sangre y barro negro, la búsqueda del sapo más verde de la charca, parques en primavera, no me sé la lección.
La cocacola en cambio tiene ritmo de vértigo: Tina Turner, su gesto de superwoman negra. Voy a comerme el mundo. Te metía en las venas la alegría del sol. Ya tengo doce años y el verano es lo más del universo: pelo frito, pijamas de Mafalda. Y cien gaviotas dónde irán.
La Cocacola light es un verano y un anuncio de fábula, con varias señoritas, un camión y un guaperas. El muchacho de brazos poderosos, bebiendo cocacola sin azúcar y derritiendo el tiempo. Y el calor cada vez más sofocante.
El negro pan de molde de Silueta, integral con semillas, me lleva a mis seis años alemanes. Lagos y chimeneas, ardillas, casas rojas. Era el pan de la tarde y la mujer de Otto con su pastel de nueces y manzanas.
El guacamole tuvo su momento también, y vuelve siempre: la Cantina del Carmen, mis primos en racimo, Vitoria soleada. Y siempre estoy allí: sólo cerrar los ojos y abrirlos en el verde plato nuevo.

P.S.: Hacía mucho tiempo que no escribía un proema de mi infancia, como cuando abrí el blog. Temo repetirme, pero no he podido evitarlo. En la próxima entrada, receta del guacamole sentimental.

jueves, noviembre 11, 2010

LLegaron libros

Estoy en deuda de gratitud con Javier Sánchez Menéndez, director de la Fundación Ecoem y editor de Siltolá. Siempre me envía sus libros y siempre los recibo con la misma ilusión de colegiala: el paquete marrón cruje en mis manos, al rasgarlo, y del interior oscuro sale a la luz un aroma de papel recién hecho, de tinta fresca aún.


LLegaron a mi casa tres libros como tres caramelos: alegres y coloridos por dentro y por fuera. El de Corina Dávalos tuve el placer de ver cómo nacía, de impulsarlo y hasta de corregirlo, y ahora que lo veo ya vestido de cuadros verdes, un verde esmeralda que enamora, hallo un nuevo poemario... más sereno, más brillante, más irónico y a la vez intimista que cuando lo conocí.



El sincretismo gobiena mi escritorio en estos días, ya lo veis: a los poemarios de Siltolá se suman Perder y ganar del beato Newman (sí, de nuevo estoy leyéndolo, ¡no me canso!), el beauty book de la revista Elle (maravilloso), el suplemento de belleza del Vogue que no me ha gustado nada y terminó en "el cubo de los papeles", El cuarto de hora de Oración, de San Enrique, y Sociedad limitada de Miguel D´Ors.
Todo se superpone ante mis ojos, en una sinfonía frívola y profunda.

domingo, noviembre 07, 2010

Lujuria correcta, lujuria incorrecta

En el cinefórum de Filología, en la penumbra flotábamos. Le escuché una vez a Alberto Fijo decir que toda película romántica sigue más o menos este guión: "chico conoce a chica, chico quiere a chica pero..." Y en ese pero y en los puntos suspensivos que le siguen se concentra todo el quid narrativo de la historia. El meollo.

La película "iba de" un hombre y una mujer que se encuentran, se acuestan y comienzan una relación informal. Ambos han traspasado el umbral espléndido de los cuarenta: están en la edad peligrosa. Peligrosa por lo que tiene de atractiva, aclaro. A lo largo de los ciento veinte minutos de metraje, el cazador cazado va dejando su corazoncito en la relación y termina más enganchado que un mantoncillo de flecos en plena feria. Cuando se arroja al balcón de su amada dispuesto a salmodiar la serenata de "milagro, el amor por fin", descubre que ella... ¡tiene marido e hijos1 De hecho considera lo que hay entre ellos como un paréntesis en su vida cotidiana.

Cuando las llamas en color se apagan y los focos del aula se encienden, las chicas de la primera fila están en éxtasis. Esto sí que es una mujer liberada: por fin hemos aprendido. Una mujer que hace lo que quiere, o sea, lo que le pide el cuerpo. Bien, bien y muy requetebién.
Al fondo, un chico alza la mano, pide la palabra y les pide a las de la primera fila un poco de seriedad. "Si el infiel hubiera sido un hombre", comenta, "no habría perdón. Le estaríais despellejando vivo, llamándole cretino y canalla."

Bien dicho, pensé entonces: ¡acabemos con la doble moral!

martes, noviembre 02, 2010

Hojas amarillas y pompas de jabón

En Madrid llovía. Y no pudimos visitar el convento de las Descalzas, ni ver el cuadro de la Virgen del Milagro que allí duerme, sin saber que es culpable de que tres generaciones de mujeres en mi familia se llamen así, como un milagro solitario. Pero estuvimos paseando debajo de la lluvia, caminando por la calle del Arenal, con todas las tiendas abiertas pese a que era domingo. Y al fondo de la calle, cerca ya del convento, había una feria de artesanía auténtica: cuero, cerámica, cristal de murano. Y un dulce hombre argentino que vendía pulseras de macramé y se llamaba Damián Blosztein. Me dijo que vivía en Aranjuez, y que hacía anillos artesanos con resina y perlas de cristal translúcido que pintaba por debajo, con esmaltes para uñas.

Y, puesto ya en el dedo, parecía una pompa de jabón irisada, de color rosa muy suave, casi malva, casi aire.