jueves, abril 28, 2011

Escritura autómata

Harta de no tener inspiración, aporreo las teclas. Recuerdo atardeceres. Y me digo a mí misma: la Fanta de Naranja nada vale, mejor la Cocacola, lo dije (sí, lo dije), en este mes de abril que se termina.

La calle es gris y hay sombras de sol en los portales. Casi las nueve y media (la hora del trabajo), y batallan escobas y porteras cantando. Yo salgo del bar Génesis con un vaso de plástico de color Cocacola. La dueña del café ya me conoce, "lo quieres con dos hielos y un limón, en un vaso de plástico, ¿verdad?" Y sí, lo quiero así, subir las escaleras con el vaso bailando de alegría, y ser bebido a sorbos dulcemente junto al PC que truena.

Las horas de trabajo me parecen de ámbar. Calladas y con luz. Luego voces a coro y luego, más trabajo. La cocacola tiene sabor de medicina y de película, de metal de frambuesa, de cine de verano.

El trabajo es la chispa de la vida, ay no, la cocacola, ¿o no me equivoqué? Una risa cansada llena el tiempo. Cansados de la guerra hemos caído junto a tantos papeles cristalinos. Recuerdo los poemas ingenuos de mi libro, del primero. Era feliz entonces. Ahora lo soy más, con nubes encendidas. Como quien ha llegado de un desierto, doy gracias con temblor. Que dure mucho.

Me comprometo a escribir una vez por semana en este blog, con musa o sin musa.
Los pocos lectores que me queden son testigos.

jueves, abril 14, 2011

La pantera rosa, la pantera naranja

Eran insoportablemente rosas. Sabían a calor, química dulce. Sabían a sábado por la tarde, a parque y a columpios. Te manchabas el traje de lazos, no importaba, manchas rosas y sombras por el suelo. Había un gran dragón detrás de cada árbol. Pinceladas de sol, se deshacía la tarde y los bocados eran lentos y rosas. Era rosa también la voz que te llamaba, y las sábanas limpias y el hilo de soñar.


Los domingos cambiaban de color: el parque era naranja, como los toboganes y el refresco. Bailaban escarchados los vasos de cristal. Y la misa también era naranja, ardían los ladrillos y el altar cuando cerrabas los ojos y era el sol furibundo. Fuegos artificiales en los bancos solemnes,en silencio. Naranja era la cruz y el tirachinas, en un mismo bolsillo. Y podéis ir en paz.

La paz era naranja, pues salíamos al sol de piedra y musgo. Toda la claridad venía a nuestros ojos. Tras cada misa el mundo parecía más nuevo. Más naranja.

viernes, abril 01, 2011

Vuelve la Poesía

LLega Abril, vuelve la Poesía. Ya está subida, en Poesía Digital, mi reseña sobre el deslumbrante libro de Baltanás.