martes, febrero 28, 2012

Por qué no me gusta el Duque (M.A.S.: una menos en la lista de enloquecidas pretendientes)

Me disgusta profundamente el esnobismo.
Nunca he querido ser snob.
Pero hay dos circunstancias que pueden catalogarse como tales y siempre marcaron mi vida: no leo bestsellers a menos que sean im-presionantes, y no suelen gustarme los galanes que hacen delirar a la mitad del planeta que calza tacón.


Todo comenzó en la tierna edad del pavo, cuando la serie Padres forzosos me parecía la quintaesencia de la felicidad. Todavía hoy al escuchar la melodía de presentación sonrío deuna deliciosa  forma autómata. Me recuerdo en el colegio, alucinada al ver que en la carpeta y en el corazón de todas mis compañeras reinaba el Tío Jessie, es decir, John Stamos. ¿Por qué? Era verle esa cara de "mírame y te derrites", esos músculos mostrados opportune et inopportune (gimnasio bien amortizado), esa barbita que gritaba al mundo "soy un chico malo y-sin-embargo-tierno", y no podía, no podía sufrirlo.


Suspiro...

Y sin embargo, ahí estaba el padre, Danny (Bob Saget), formal pero siempre con gran sonrisa, nariz larga y vestido con traje y corbata... irresistible. No podía, no podía resistirlo.

Debí haberme dado cuenta entonces que mi negra suerte iba a ser ésa: una cósmica contradicción que me haría, invariablemente, despreciar a Richard Gere, a Brad Pitt (qué pereza), al mítico Leo (pereza elevada al cubo), a Orlando Bloom (¿lo visto como a mi doncella? preguntaría Beatrice la protagonista de Mucho ruido y pocas nueces.)  Y así hasta hoy.

Sólo George Clooney, que al principio provocó mi pereza con sus declaraciones de amor porcino... terminó por vencerme.

Pero vamos al tema que nos ocupa: el Galán por excelencia. La encarnación de los sueños de muchas mujeres de España y parte del extranjero. Aquello que a mí me provoca pereza infinita, ganas de no existir si estuviera él delante: El Duque.

M.A.S... o menos

Por algo Naoko, del blog Not so addicted to beauty, al comentar el look de Silvia Abascal en los Goya apunta que reapareció "en muy buena compañía"... y a mí esa compañía me haría salir corriendo.

Y, como alguna amiga del alma, al comunicarle mi opinión me acusó: "estás enferma, háztelo mirar", vengo a defenderme públicamente.

¿Cómo podría gustarme un hombre que pudiendo calzarse una buena corbata... se coloca una pajarita?
¿Cómo podría gustarme un hombre que alcanzó la fama en algo titulado Sin tetas no hay paraíso?
¿Cómo podrá gustarme un hombre que anuncia un perfume llamado "Hombre"? Así, sin más aderezos ni reclamos, hombre... y nosotras debemos caer rendidas.
¿Cómo podría gustarme un hombre que se viste de bonito y parece un barman?
¿Cómo podrá gustarme un hombre que se deja barba de tres días siendo moreno de piel? Cuando todas sabemos que esas barbas son para noruegos o para el impresionante Doctor House.
¿Cómo podrá gustarme un hombre que, para mostrar su atractivo, debe desenfundarse? Cuando todas sabemos que un auténtico caballero acrecienta su atractivo convenientemente vestido, cuanto más, mejor.

Y, sobre todo... ¿cómo podría gustarme un hombre que tiene toda la pinta de repetirme durante toda la tarde, como los churros de feria?

martes, febrero 21, 2012

Un año de felicidad

La frase es rematadamente cursi, pero es que a veces la realidad se empeña en teñirse de rosa, y no hay quién pueda con ella.
Hace exactamente un año comencé a trabajar en la Universidad Internacional de La Rioja, me trasladé a vivir a Logroño.

En un año he crecido, me he llenado de ilusiones... alquilé mi primer piso en solitario, dirigí trabajos de fin de carrera, volví a escribir poesía, conocí la movida riojana de la mano de cincuenta compañeros de trabajo, me compré una botella de agua mineral de diseño, asistí al carnaval del vino en Haro y la librería Castroviejo se convirtió en mi segundo hogar.

Este ha sido el año de mi crisis bloguera: en dos mil siete escribí 119 entradas; en dos mil once, 36. También a superar la sequía me ha ayudado esta tierra, ya que he inaugurado en el blog lo que un comentarista llama mis prosas sobre la Rioja.

Y en este post recopilatorio, os enlazo los que a mi parecer merecen la pena en esta último año de blog en duermevela, ¡viva la resurrección!

- En un día como hoy, es obligado enlazar dos momentos en los que describo mi fascinante trabajo y hablo de lo feliz que me hace: aquí y aquí.

- Mis desayunos vespertinos en la cafetería Génesis antes de entrar en la oficina quedaron registrados aquí.

- Por supuesto, entradas sobre la librería Castroviejo, ahora no solo en Navidad: aquí (con foto de los árboles rosas junto a la Redonda), aquí (con foto de un libro de d´Ors) y aquí, en el día de los Reyes Magos (con foto de d´Ors y Cunqueiro).

- Un poco de cultura local: La Feria del Libro Antiguo en Logroño.

-Y, si todavía seguís leyendo, os premio con una historia delirante: la anodina y el hombre cañón.

martes, febrero 14, 2012

Ligando con una vieira

Esta tarde vi llover.
Los adoquines mojados parecían caramelos. Caminaba yo por los soportales de Gran Vía, bajo mi sombrero de lluvia, cuando vi una enorme vieira de peluche que entorpecía el paso. La vieira bailoteaba. Se dirigió a mí para tomarme de la mano. De debajo del disfraz emergía una música como de gaitas, irresistible. La vieira hacía ademanes de querer que yo diera una vuelta, agarrada a su esponjoso brazo. No sé qué hubieras hecho tú: a mí la música me llama poderosamente. No sólo di la vuelta sino que me marqué un baile con ella, que en realidad era él. A su lado, unos panfletarios vestidos de paisano ofrecían publicidad de Marisgalicia, carpa ambulante de mariscos. Se reían diciendo:

-¡Mira qué marcha tiene la moza!

Y también:

-¡David, quítate la vieira!

David no se quería quitar la vieira, pero no me devolvía la mano tampoco.

- Es más cortado...

- Es que será gallego, respondí yo. Sonrisa de oreja a oreja por parte de la vieira.

-Sí, soy gallego. ¿Otro baile?

Mientras bailábamos en plena calle, debajo de la lluvia (aunque en un soportal algo arrinconado, afortunadamente-, los panfletarios iban tomando conciencia de celestina.

-Eh, que está soltero. Chica, que no es una vieira, que es un chaval muy majo...

Y lo decían tan serios.

sábado, febrero 11, 2012

El Regreso: la fiesta

Escribir, para un poeta, es vital. Vital: de vida o muerte. Fidel Villegas me dijo un día, citando a un escritor que no recuerdo, que uno es poeta cuando siente que sin escribir poemas se moriría.
Así estaba yo. Sin vocación, sin media vida. Ahora todo vuelve a encajar. El puzzle de luz se completa con sílabas nocturnas, que llueven sigilosamente. Un río es la inspiración, y un poeta no se baña dos veces en el mismo río, como ningún otro hombre lo hace.
Ha vuelto y ya no se parece a la que era antes, pero la quiero así: un poco más filosófica, con un centelleo de misterio. Que siga la fiesta, que no termine nunca.

domingo, febrero 05, 2012

La niña que hay en mí: Astérix


Cuando era pequeña, me dediqué a coleccionar aquellas figuritas de goma que daban forma y vida a nuestros héroes televisivos. Campanilla, Blancanieves, Mafalda, el capitán Haddock o el oso Yogui... Recuerdo a un príncipe arrodillado y enardecido, captado en el preciso momento de la declaración amorosa. Mafalda rodaba sobre patines, y Yogui empuñaba, entre soñador y alegre, un flamante auricular de teléfono.


Poesía e infancia...

Otra de mis grandes e incipientes pasiones eran los cómics de Astérix, una afición que mis alumnos de Literatura Infantil en la Unir conocen ya muy bien. De niña me bebía a grandes sorbos, durante tardes invernales, los álbumes de grandes portadas a todo color. Recuerdo a uno de mis primos jurar por Tutatis, como el jefe de la aldea gala... Y la mítica frase de despedida ante un viaje de aventuras, "¡sed dignos, por Tutatis!", siempre me pareció uno de los mejores consejos que se pueden regalar.

Incluso en mi primer poemario, Magia, se puede ver la influencia de Goscinny y Uderzo:

TELEOLOGÍA

Los días fueron hechos
para el café, los taxis por las calles
y las tiendas de ropa, los atascos
y el trabajo y el jefe que pide más café.

Las noches se inventaron
para que las muchachas miraran a la luna
y en los pubs tonteasen las niñas con bikini
y en mi casa fumaran mis amigos

y tus ojos cayeran en mis ojos
como el cielo plomizo sobre una aldea gala.



...¡Están locos, estos poetas!

Hace un par de navidades descubrí a los entrañables personajes aguardándome, tras los cristales de un escaparate. Era la tienda de revistas y cromos Peregrino, situada al final de la Gran Vía de Logroño. Compré un magnífico Obélix para regalarlo a mi padre, y es este verano regresé para llevarme a Astérix, al jefe de la aldea y al vendedor de pescado (no muy) fresco.

Pero se me resistía Obélix, que no apareció por ningún sitio. "Tiene que llegar", salmodiaba la vendedora, y el tiene que llegar se ha convertido, a lo largo del otoño y el invierno, en una cantinela parecida al "vuelva usted mañana" de Larra. Estaba ya casi resignada a quedarme sin Obélix, cuando en mi último viaje a Madrid lo encontré.

En la calle Guzmán el bueno, al lado de la boca de metro de Islas Filipinas, hay una tiendecilla con pinta desastrada que responde al nombre de "Bazar Bárbara", y que bajo el nombre ostenta en el cartel el honroso título de "baratijas"...

...Allí me esperaban Obélix, Panoramix y nada menos que Julio Cesar.

jueves, febrero 02, 2012

Wislawa, in memoriam

Porque eras alegría pura, irracional y, por eso mismo, la más lógica de este mundo y de cualquier otro mundo que exista. Porque convertiste la poesía en un estallido de euforia, tras tanto poeta llorón. Porque eras polaca. Porque lo sigues siendo.
Porque inspiraste a Teresa Soto un inmenso poema que se llamaba así, "Imitación de Wislawa". Porque has inspirado a Enrique García-Máiquez este fermoso diálogo.
Brindo con mi copa de agua mineral, burbujeante. El vino lo pones tú.