lunes, abril 23, 2012

Poesía, prensa y kimmidolls

Mañana voy a recitar mi propia poesía en Logroño, dentro de las Jornadas Poéticas en Español que organiza el ayuntamiento y que coordina Paulino Lorenzo, un famoso poeta de esta tierra. Lo haré a las ocho en la Casa de los Periodistas, en la hermosa plaza de San Bartolomé.

La Rioja, sección Cultura, 20 de abril 2012

Y el viernes casi me da un soponcio al ver en las páginas centrales de La Rioja mi foto a todo color. Y he podido constatar de forma empírica un hecho: en Logroño, todo el mundo lee un único periódico, éste. Me han parado por la calle los que me venden el pan todos los días, las dependientas de Sephora y de Misako, mis compañeros de la Unir... El cura que casó a mis padres y miles de amistades familiares han asaltado el teléfono de mi abuela.

Y, como era un día tan especial, como todos parecían aún más emocionados que yo misma y encima el viernes cósmico que se estaba construyendo ante mis ojos iba a finalizar con un concierto para recordar, decidí concederme el capricho que me había negado durante tanto tiempo:


Ayua, "Bondad"

¡¡¡Una Kimmidoll!!!

Estas adorables figuras talladas en madera se han puesto de moda. Evocan la tradición japonesa de construir muñecas y regalarlas, en señal de amistad y amor.
A mí me tenían obnubilada desde hacía tiempo, pero gasto tanto en libros y maquillaje que no suelo permitirme ni un solo capricho que se salga de mis dos arraigados vicios...
Pero el 20 de abril me dije, ésta es una fecha para recordar, y corrí a la librería Santos Ochoa para adoptar mi muñeca japonesa.


Fotos tomadas bajo luz natural



Me conmueve este amor de los japoneses hacia los detalles bellos y aparentemente minúsculos: el haiku, la grulla de papel, las muñecas bellamente talladas y con un significado espiritual... Gracias a ese minucioso y delicado amor poseen una tradición cosmética tan sabia. Aún recuerdo cómo intentaba hace poco transmitir a Marie Christine del Castillo mi pasión por la firma Kenzoki, describiéndole los olores golosos, texturas exóticas y nombres poéticos que poseen sus productos. Ella lo captó muy bien, porque me dijo: Kenzo sería entonces el Ferrán Adriá de la cosmética...

No quise elegir una de cabello negro y me decanté por esta que simboliza la bondad, la amabilidad y el optimismo: tres virtudes que lucho día a día por alcanzar.
Además de su pelo plateado y lleno de luz, me fascina el ligero rubor, casi invisible, que tiñe sus mejillas... un rosa pálido que yo...¡atribuiría al colorete Hervana de Benefit!

martes, abril 17, 2012

Comienzo hipotético de novela (II)

TODA LA CULPA ES DE BLANCA

Hace tres días cumplí dieciséis años.
Como regalo, mis padres me llevaron a comer a Casa Moli, un asador con mantel de cuadros y olor a comida en la trastienda. Comimos en el patio, bajo la parra: hacía ya calor. Pedimos carne barata asada en fogón y una montaña enorme de patatas fritas. Mi padre bebió un licor oscuro y yo me zampé todo un litro de Cocacola. Hay que aprovechar las oportunidades.
Por la noche, mis padres me anunciaron que habían decidido separarse.  Yo alucinaba, claro. Podían haber esperado unas horas, digo yo.
Estoy segura de que Blanca ha tenido toda la culpa. Mis padres eran uña y carne hasta que ella volvió a aparecer por aquí, que nadie la había llamado, digo yo.
En mi casa nunca hubo muchas alegrías económicas, mi padre tenía un despacho de pan y mi madre, una portería en la calle Goya. Tener un padre panadero es la cima del chabolismo social: toda tu casa huele a dulce y comes pan tierno todos los días, es cierto… pero queda fatal cuando lo dices por ahí.
Afortunadamente, mamá y papá tienen también una historia de película. Y a mí me chifla contarla. A cualquiera.
Se habían conocido al final de la posguerra, pero se casaron a principio de los ochenta.
Cuando se conocieron, mi padre estaba ya casado y tenía una hija, la sin sustancia de Blanca. Se enamoraron al estilo antiguo y se veían de forma intermitente, porque mi madre no quería convertirse en  la amante estable de ningún señor casado, por muy enajenada de amor que estuviera. Había además otro hombre que la cortejaba proponiéndole un noviazgo formal. Por culpa de este otro hombre mi padre acabó riñendo con mi madre, y dejaron de verse durante una larga década.
En ese tiempo, mi madre se casó, tuvo dos hijos y enviudó.  Al poco de enterrar a su marido, fue a buscar a mi padre. En una tarde se encontraron, y decidieron marchar juntos a Alemania buscando un buen trabajo y huyendo de la mujer de mi padre.
Supongo que Blanca siempre nos odió a mi madre y a mí. Destrozamos su hogar de hija única. Yo fui concebida en esa misma tarde en que mis padres se encontraron: siempre he pensado en ellos como dos marionetas arrastradas por un amor descomunal. El amor es algo terrible, yo no me pienso enamorar nunca.
Cuando mis padres pudieron casarse, porque ya había divorcio en España, ella tenía ya los cuarenta y él sobrepasaba la cincuentena, pero se les veía jóvenes y felices aquella mañana en el ayuntamiento de Cardoñuera. Mamá vestía un traje color lavanda a juego con el mío: a mis cinco años largos me tocó el trago de ser dama de honor de mis propios padres, y supongo que aún no me he repuesto.
Y diez años después…
“A tu madre le duran los maridos una década”, me ha ladrado hoy la Melu, una vecina meticona y lenguaraz. 
Yo sé que mi padre aún nos quiere, y que toda la culpa es de Blanca.

domingo, abril 08, 2012

Domingo de Resurrección... ¡en San Mamés!

El fútbol es pasión. Y la pasión es arbolaria, furtiva, firme como roca y volátil al mismo tiempo.
Vuelvo de Sevilla, regreso a mi trabajo y a todas esas cosas pequeñas que parecen iluminadas por dentro y me hacen feliz. Y encuentro en mi escritorio, junto a un pájaro indio que perteneció a Pedro Antonio Urbina y que me entregó su albacea, el leoncito de San Mamés que me regaló María, la tarde en que le dije que el Athletic de Bilbao me caía cada vez más simpático:



El leonino león...



Así son las cosas: soy del Betis... y del Athletic. ¿Quién puede permanecer incólume ante el poderoso tacón de Toquero?
Del Betis y del Athletic... Ambos coinciden en la pasión: son mucho más que fútbol: una form a de vivir, de sufrir o gozar... una filosofía de vida. Manque pierdan... o ganen, dividiendo un corazón del Sur.

jueves, abril 05, 2012

El olor de la Semana santa... en Sevilla

Lo primero que me atrapó fue la luz. Iba a llover, había llovido..., pero entre guerra y guerra me recibió una calma de sol tímido, un ligero picor de jersey de verano. Azul de peligro, azul que pronto será gris.
Y luego el aroma. Azahar intenso que invade, que impregna, adentrándose en cada poro de la piel. Azahar que se mezcla con ráfagas de jazmín y cera derritiéndose. La cera huele a las natillas de mi niñez, dulces y ligeramente especiadas. La cera huele a calor y a silencio.
En la capilla de los Estudiantes, flores e incienso. Olor a lluvia, a tierra que se moja y lágrimas que caen.
Y en mi casa huele a sábanas limpias y a jabón, a madre, a felicidad en monosílabos.