martes, junio 26, 2012

Amor inglés

Hoy estoy desvelada, así que hablaré de cine.
Sin comerlo ni beberlo, me he encontrado con dos pelis inglesas en este pasado fin de semana, más el partido que vi con buenas amigas, debatiéndome entre la fascinación renovada por Casillas y el cabreo monumental porque no sacaran a LLorente.
En el antes y el después, me he atizado dos películas desiguales, aunque a mí me han chiflado ambas. Y sabía que me iban a gustar, por supuesto. En los dos casos eran re-visiones, porque mi deporte favorito es leer novelas o ver películas que me cautivaron en el pasado: no hay intriga pero hay placer seguro.

En la sobremesa del sábado, abuela, revistas y duermevela en el sofá, nos sorprendió Lo que queda del día, y a mí al menos me mantuvo con los ojos bien abiertos.
Amo a Emma Thompson: es una actriz inefable, inolvidable, y como por arte de magia la encuentro en todas mis películas favoritas. Mucho ruido y pocas nueces. Sentido y sensibilidad, de la que escribió también el guión, mientras rodaba Mucho ruido y estaba casada con Kenneth Brannagh, ese gran hombre... Cómo pudo dejarla escapar.

Un día vino a verme una chica mexicana que hacía la tesis con mi padre. Entre otras cosas me dijo: "me ha comentado tu padre que te gustan los ingleses". Yo pensé automáticamente en Kenneth y en Colin Firth, y me ruboricé musitando: "Qué cosas dice mi padre". Y ella continuó con naturalidad: "sí, los ingleses. Shakespeare, Oscar Wilde, Jane Austen, Chesterton..."

Lo que queda del día es deliciosa, pero triste y frustrante, lo aviso. Ya he crecido y sé disfrutar de una película triste, como la maravillosa Tierras de penumbra. Sí... pero mi tendencia al Happy end y al pastel de calidad no ha muerto.

La noche del viernes, esta vez en solitario, decidí rematar un día perfecto con treinta kilos de azúcar filmada, es decir, con Love Actually. Me avergüenzo de que me guste tanto, de haberla visto en siete ocasiones... pero es que la descubrí en pampaluna y no la puedo olvidar.
Es una película coral y por eso alguna de las historias que se narran en ella, falla. Podrían haberse ahorrado, por ejemplo,  la vida del roquero pasado de vueltas y la de Colin, poseedor de un rabo gigante. 
Pero tiene minutos que valen una vida. La historia de amor de los dobladores de cine porno es encantadora precisamente por el pudor que reflejan al enamorarse, por esa despedida en la puerta de la casa de ella, con un beso castísimo, un "lo que quiero eres tú" y un salto de chaval ilusionado por parte de él.
Y Colin Firth enamorándose de una portuguesa es irresistible. Os dejo con mis dos escenas favoritas:



Y, por supuesto, "To me, you are perfect". Tan imposible, tan desesperado, tan subyugado en la belleza devastadora que nunca podrá tener...




Y sí, me pierden los ingleses. Y las comedias románticas.

martes, junio 19, 2012

Asomándome

Últimamente no escribo mucha prosa, quizás porque estoy totalmente volcada en mi próximo poemario. Tengo ya 21 poemas y me he hecho el firme propósito de no publicar ninguno de los nuevos en este espacio... pero Kloster me pidió permiso para publicar uno en Pensar por libre, y se lo di: aquí está.
Ha elegido un poema llamado "La duda" que en realidad trata de la sonrisa y que no me convencía demasiado, pero que luego al enseñárselo a Miguel d´Ors me dijo que era de los mejores del nuevo libro..., así que Kloster tiene decididamente buen gusto.

En estos momentos de puzzle y albañilería métrica, de ilusión sin medida por un nuevo proyecto,  resurgen los amigos de largas conversaciones por teléfono. Merl escribió un poema llamado Versos telefónicos que tuvo a bien dedicarme (con orgullo y casi rubor lo digo), y que terminaba diciendo:

"...Esa conversación
debería durar toda la vida".

Versos a media voz con hilo de por medio. Beades, Pablo Moreno, Enrique García-Máiquez, Carmelo Guillén Acosta, la misma Merl, Jose Julio cabanillas... ¡Miguel d´Ors!

Y hoy, que tres chicas han venido de Pampaluna solo para hablar conmigo, porque una de ellas regresa a Colombia y quería conocer a la menor de los poetas "de Númenor", me asomo a esta ventana medio cerrada, con chimenea apagada ya por culpa del calor... para dar gracias de nuevo, que una vida entera no basta.

jueves, junio 07, 2012

La poesía es de Bilbao


Ayer estuve en Arnedo, participando en un taller poético que organizaba su ayuntamineto y que coordina el crítico y poeta riojano Diego Marín (culpable de esta reseña de Mirar el fuego). Una hora recitando pero, sobre todo, escuchando y respondiendo las dudas del público, que en ningún momento hizo preguntas banales ni recurrió al clásico "y tú... ¿por qué escribes?"...

No, no, nada de eso: allí se trataron altas cuestiones de la teoría literaria. Me sorprendieron queriendo desentrañar la magia del endecasílabo, o debatiendo sobre si la rima estaba o no obsoleta en nuestro tiempos... Escucharon y perguntaron con lápiz y poema en ristre: se notaba que habían trabajado anteriormente poemas del libro y eso me dejó atónita y agradecida.


El final del taller...



Leí poemas de Pampaluna y de Mirar el fuego, y también leí piezas de Las siete barbies... y allí la polémica literaria se desató. ¿Poesía? ¿Prosa? ¿Proesía...? ¿Eso existe? Desde el público se alzó una voz que proclamaba: el lenguaje poético es tan poderoso que puede hacer lo que le salga de las narices..." Y Diego concluyó: la poesía es de Bilbao.

LLevé libros y ¡vendí siete! Hoy debía pagar el recibo de la luz, y adivinen de dónde ha salido el dinero. De poeta no se vive, pero al menos se paga la luz que alumbra tus versos.